sábado, 14 de junio de 2014

Manual de zoología fantástica



El bestiario y la flor evanescente

      
                                                                                                                                  
                                                                                                                                      
Si a Jorge Luis Borges ciertos amigos y seres queridos desde la infancia le decían Georgie, él cariñosamente llamaba Margot a Margarita Guerrero, a quien dedicó su libro de ensayos Otras inquisiciones (1937-1952) (Sur, Buenos Aires, 1952), y con la cual publicó el libro de ensayos sobre José Hernández (1834-1886) y su insigne poema gauchesco: El “Martí Fierro” (Columba, Buenos Aires, 1953), y el célebre Manual de zoología fantástica (FCE, México, 1957), impreso diez años después con otro título, un nuevo prólogo y 34 nuevos textos que se sumaron a los 82: El libro de los seres imaginarios (Kier, Buenos Aires, 1967).
Margarita Guerrero en 1945
(foto: Grete Stern)
En la iconografía borgesiana habita un magnífico retrato de la bella e inasible Margarita Guerrero que la fotógrafa alemana Grete Stern (entonces exiliada en Buenos Aires) le tomó en 1945. Éste se puede observar en la página 13 de La FotoGalería del Teatro San Martín (La Azotea, Buenos Aires, 1990), crónica antológica e iconográfica de la fotógrafa, galerista y editora argentina Sara Facio; y en la página 162 del Album Jorge Luis Borges (Gallimard, París, 1999), espléndida iconografía, con 280 imágenes en color y en blanco y negro, cuya selección y laboriosos comentarios en francés se deben a Jean Pierre Bernès.
Por lo regular, los biógrafos de Borges poco o nada dicen de Margarita Guerrero. Para Emir Rodríguez Monegal, en Borges. Una biografía literaria (FCE, México, 1987), sólo es el nombre de una borrosa fémina impreso en tres de sus libros. Para Ricardo-Marcos Barnatán, en Borges. Biografía total (Temas de Hoy, Madrid, 1995), sólo es su colaboradora en El “Martín Fierro” y en el Manual de zoología fantástica, pues no menciona El libro de los seres imaginarios. Para María Esther Vázquez, en Borges. Esplendor y derrota (Tusquets, Barcelona, 1996), es un ser inexistente. Volodia Teitelboim, en Los dos Borges (Hermes, México, 1996), tan sólo cita su colaboración en su nota sobre el Manual de zoología fantástica. Para Alicia Jurado, en Genio y figura de Jorge Luis Borges (EUDEBA, Buenos Aires, 1997), cuya primera edición data de 1964, si bien la nombra como colaboradora en los dos primeros, no existe cuando enumera El libro de los seres imaginarios. Para James Woodall, en La vida de Jorge Luis Borges. El hombre en el espejo del libro (Gedisa, Barcelona, 1998), era una “célebre beldad” de la que se rumoraba que pudo haber tenido una relación amorosa con el escritor y con la que aspiró a casarse; y según él, pero en esto yerra estrepitosamente, el Manual de zoología fantástica es el primer libro que dictó en su oficina de la Biblioteca Nacional, cuya dirección asumió en octubre de 1955, año en que la prescripción médica le prohibió leer y escribir. Para deshacer su argumento, a priori, sólo basta recordar que la creación del bestiario es anterior a tal puesto (pese a que se publicó en 1957) y un notorio indicio es la fecha con que el dúo dinámico rubricó el prólogo: “Martínez, 29 de enero de 1954”. Mientras que Alejandro Vaccaro, en su cronología ilustrada Una biografía en imágenes. Borges (Ediciones B, Buenos Aires, 2005), no reseña ninguno de los tres libros, pero menciona su colaboración con el escritor y ofrece pequeñas reproducciones en blanco y negro de las tres portadas de los libros donde ella participó, más un fragmento del prefacio del Manual de zoología fantástica.
Borges en 1951
(foto: Grete Stern)
Edwin Williamson, por su parte, en Borges, una vida (Seix Barral, Buenos Aires, 2006), sí bosqueja algo del vínculo afectivo entre Margarita Guerrero y el escritor; dice, entre varias lecturas en las que devela la intrínseca presencia de la fémina en ciertos textos y posturas anímicas e ideológicas de Borges, que “estaba perdidamente enamorado de Margot”; y que además de bailarina y amiga de Estela Canto, de Cecilia Ingenieros y de Betina Edelberg, era aficionada al ocultismo; y Borges, intrigado por esto, “se acostumbró a acompañarla a la librería Kier de la avenida Santa Fe, especializada en esas materias. Allí los dos pasaban el tiempo hojeando con satisfacción manuales de astrología, numerología, lectura de manos, y cosas por el estilo.” Por ende, en el proceso de seducción, dice el biógrafo, Borges “ideó un proyecto lo bastante extravagante como para competir con el interés de Margot por el ocultismo. Se puso a hacer un catálogo de los animales más extraños que la mente humana hubiera soñado, y convenció a Margot de ayudarlo a reunir este bestiario curioso”.
En el CD ROM adjunto al libro del argentino Nicolás Helft: Jorge Luis Borges. Bibliografía completa (FCE, Buenos Aires, 1997), se podían apreciar en color las tapas de El “Martín Fierro” y de las ediciones príncipe del par de bestiarios en los que colaboró Margarita Guerrero. Como se apuntó líneas arriba, el Manual de zoología fantástica apareció por primera vez en México, en 1957, editado por el Fondo de Cultura Económica con el número 125 de la serie Breviarios; y El libro de los seres imaginarios fue impreso en Buenos Aires, en 1967, por Kier, que es el nombre de la susodicha librería a la que Borges iba con Margot durante su galanteo y por ende se puede suponer que Borges haya elegido tal sello editorial como un forma de evocar y reafirmar los buenos tiempos.
Inducido y persuadido por su madre, reporta Edwin Williamson (y en esto coincide con otros biógrafos, pero con otros no), el 4 de agosto de 1967 el solterón, célebre y ciego Borges se casó por lo civil con la viuda Elsa Astete Millán y por la iglesia (y a toda orquesta) el siguiente 21 de septiembre (la aciaga separación ocurría el 7 de julio de 1970). Pero al parecer, en la búsqueda de la mujer ideal (la “nueva Beatriz”, dice Edwin), el escritor pensó antes en Margot. Williamson lo boceta así: “¿quién más podría ser una compañera adecuada para casarse? En la segunda mitad de 1966, Borges había reanudado su amistad con Margarita Guerrero y la había convencido de colaborar con él para realizar una segunda edición aumentada del Manual de zoología fantástica, el bestiario de criaturas imaginarias que habían realizado durante su breve amistad amorosa a comienzos de los años cincuenta. Borges, parece, contemplaba la posibilidad de revivir su relación con Margot, ¿pero duraría semejante unión? Era improbable, a juzgar por la evidencia pasada.” Es decir, según el biógrafo, ella, otrora, súbitamente cortó la relación y Borges la pasó muy mal; Betina Edelberg, su colaboradora en los ensayos de Leopoldo Lugones (Troquel, Buenos Aires, 1955), lo vio llorar; “le afectó terriblemente, terriblemente”, “sufrió muchísimo”, “estaba destrozado”, le dijo a Edwin. Borges pensó en el suicidio y en la muerte; y fruto de tal desasosiego es el poema “Mateo, XXV, 30”, reunido en El otro, el mismo (Emecé, Buenos Aires, 1964).
Manual de zoología fantástica (2007)
Portada: Pablo Rulfo
Por lo que argumenta Edwin Williamson se colige que Borges inició en solitario la zoología fantástica y luego convenció a Margarita Guerrero para que se sumara al acopio. Tal inferencia no riñe con una carta que no menciona el biógrafo (al parecer no la consultó) y que se halla en el archivo del FCE, cuyo facsímil la editora publicó en forma minúscula en su Gaceta de junio de 1996, precisamente en el apartado que reproduce cuatro misivas bajo el título “Algunas cartas de Borges y a Borges en el archivo del Fondo de Cultura Económica”. En 1951, en la serie Breviarios del FCE, Borges había publicado con Delia Ingenieros Antiguas literaturas germánicas (cuya tapa original también se veía a color en el CD ROM de la Bibliografía completa); y en la carta mecanográfica que Borges le dirige a Arnaldo Orfila Reynal, entonces director del FCE, fechada en “Buenos Aires, 9 de diciembre de 1952” (y recibida 7 días después, según el sello), si bien para los efectos de la nota lo que llama la atención es la postdata, pues allí Borges reporta: “Con Betina Edelberg trabajo asiduamente en la zoología fantástica”, lo cual indica o invita a suponer que por entonces su colaboradora de cabecera aún no era Margarita Guerrero; vale la pena transcribir su meollo central, pues allí el escritor bosqueja la gestación de una miscelánea que nunca se llevó a la imprenta (quizá sí se concluyó o permanece inclusa en alguna gaveta) y que resulta muy interesante y característica de su lúdico y  estético enciclopedismo piénsese, por ejemplo, en las antologías Libro del cielo y del infierno (Sur, Buenos Aires, 1960) y Libro de sueños (Torres Agüero, Buenos Aires, 1976), además de que también alude una selección en ciernes pergeñada por Silvina Ocampo:
“Estimado amigo:
“¿Cree usted que para la nueva serie de los Breviarios podría interesar un libro, de índole antológica, sobre el principio y el fin del mundo? Sus páginas registrarían las antiguas cosmogonías de los libros sagrados, de los filósofos y de los heresiarcas y las diversas hipótesis de la ciencia. Luego vendrían las doctrinas que niegan que el mundo tuvo principio; la teoría cíclica, en sus diversas formas y, finalmente, las profecías de la astronomía y de la religión sobre la muerte del universo.
“Tenemos bastante material reunido y, en breve, podríamos entregar el trabajo.
“Por su parte, Silvina Ocampo le propone un antología de los poetas traducidos por los poetas, obra que viene preparando desde hace tiempo.
“A la espera de sus noticias, lo saludamos muy cordialmente.”
El catoblepas
La cuarta de las tales misivas también es relativa al Manual de zoología fantástica, aún en proceso; con fecha del 30 de junio de 1954 (y recibida 8 días después, según el sello), Margarita Guerrero la redactó en forma manuscrita a Arnaldo Orfila Reynal. En lo que dice sobre el dibujo para “El catoblepas” (el cual en la página 49 precede al texto en las sucesivas reediciones), cabe destacar que se eligió para ilustrar la tapa de la primera edición (el diseño de la portada de la novena reimpresión, de 2007, es de Pablo Rulfo). Y pese a que el facsímil de la revista es muy deficiente, el presente tecleador cree no haber errado en su transcripción:
“Muy estimado Señor:
“Tengo el agrado de dirigirme a Ud en nombre de Borges y en el mío propio, acusando recibo de su muy atenta del 3 del actual
“Me es grato informarle que el jueves 24 de junio fueron entregadas las ilustraciones y dos artículos más para el libro en Independencia 802. Habrá que agregar en la ilustración del ‘El Catoblepas’ el nombre del dibujante: FABRIZIO CLERICI.
“En lo relativo al giro, debido a que Borges aún se encuentra en el país, juzgo conveniente que lo haga llegar a su domicilio particular: Maipú 994 Piso 6to.
“Por último, en cuanto a la suma por Ud anunciada en un primer momento, de acuerdo con lo que me informa Borges, es de 500 dólares. (Preferiríamos dólares, en lo posible).
“En mi nombre y en el de Borges, que no puede escribirle debido a una momentánea indisposición, me permito saludarlo atentamente.
“Margarita Guerrero”
Las cuatro misivas publicadas en tal Gaceta son un indicativo del borgesiano acervo documental que obra en los archivos del FCE y que bien puede brindar nuevas luces a futuros biógrafos e investigadores y por ende a los lectores de a pie difuminados en la masa anónima de la aldea global. 


Jorge Luis Borges y Margarita Guerrero, Manual de zoología fantástica. Breviarios (125), FCE. 9ª reimpresión. México, 2007. 160 pp.