domingo, 13 de julio de 2014

Frida: una biografía de Frida Kahlo




Complementos de la vida abierta

Se dice que Frida: una biografía de Frida Kahlo, de la norteamericana Hayden Herrera, es la más completa de la aldea global y que ha sido abrevadero de numerosos lectores, ensayistas, críticos, historiadores, curadores, marchantes y biógrafos. La primera edición en inglés, tirada en Nueva York por Harper & Row, data de 1983; y de “abril de 1985” la primera traducción al español de Angelika Scherp, impresa en México por Editorial Diana.
(Diana, 9ª impresión, México, 1991)
Portada
   
(Diana, 9ª impresión, México, 1991)
Contraportada
        Mi libro es de los tres mil ejemplares de la novena impresión, concluida el “28 de marzo de 1991”. Y en el ángulo izquierdo de la parte superior de la portada ostenta un falaz cintillo que se volvió anacrónico: “Incluye cartas y documentos originales”.


(Oasis, 1ª edición, México, agosto 30 de 1983)
Portada
      
(Oasis, 1ª edición, México, agosto 30 de 1983) Contraportada

     
Primera edición en Diversa, corregida y aumentada
(UNAM, México, noviembre de 1998)
 
La novia que se espanta de ver la vida abierta (1943)
Óleo sobre tela (63 x 81.5) de Frida Kahlo
       Frida Kahlo. Una vida abierta
, de Raquel Tibol, fue impreso en México, en 1983, por Editorial Oasis, con una nota de Carlos Monsiváis [1938-2010] en la cuarta de forros. Y en “noviembre de 1998”, corregido y aumentado, se lo publicó la UNAM con el número once de la serie Diversa de la Coordinación de Humanidades, y en él Tibol le adjuntó una “Addenda” con nueve artículos y ensayos dispersos, entre ellos su crítica a la biografía de Hayden Herrera: “La biógrafa que se espantó de una vida abierta”, la cual había aparecido “en la sección ‘Libros’ del periódico La Jornada, noviembre 9 de 1985”. Allí se leen un conjunto de razonables cuestionamientos que en buena parte remiten a las páginas donde se localizan los yerros y por ende el lector puede realizar de inmediato el cotejo. Extrañamente tal herramienta (junto con la sarcástica cafeína del rótulo) fue extirpada por Raquel Tibol en su biografía —reelaboración de Frida Kahlo. Una vida abierta— impresa por Lumen con flamantes y distinguidas erratas: Frida Kahlo en su luz más íntima (2005).

(Lumen, 1ª edición, México, agosto 30 de 2005)
         En su crítica, Raquel Tibol dijo que “Lo más sobresaliente en el libro de Hayden Herrera es la publicación de gran cantidad de cartas, nunca divulgadas con anterioridad, escritas por Frida a médicos, amigos, amantes. Con lenguaje muy personal (desparpajado, gracioso, populachero, imaginativo, enérgico y emotivo) Frida descubre sin inhibiciones, con asombrosa sinceridad, poniendo como en sus cuadros el corazón desnudo, todos los recovecos de su fuerte e hipersensible personalidad. Las cartas al doctor Leo Eloesser son verdaderas joyas. Bueno sería localizar toda la correspondencia de Frida y conjuntarla en una antología definitiva. Sería un testimonio monumental de una vida abierta.”

Raquel Tibol
         
(UNAM, 1ª edición, México, marzo de 1999)
     
(3ª edición ampliada y 1ª edición en Plaza & Janés, México, abril de 2004)
     


     
Frida con esfera (1938)
Foto: Manuel Álvarez Bravo
   
(1ª edición en Lumen,  México, febrero de 2007)
       Con el tiempo, la misma Raquel Tibol participó en tal rastreo y acopio, pues en “marzo de 1999”, con el número 13 de la citada serie Diversa, publicó Escrituras. Frida Kahlo, cuyo “Selección, proemio y notas” son de ella. Y la “Tercera edición ampliada y primera edición en Plaza y Janés”, con el título Escrituras de Frida Kahlo, data de 2004 y comprende, por primera vez, el prólogo del reputado filólogo Antonio Alatorre [1922-2010]. Tales libros permiten realizar una lectura comparativa, pues en algunos casos los textos reproducidos por Hayden Herrera (bajo la traducción de Angelika Scherp) y los antologados por Raquel Tibol difieren en ciertos términos y palabras y no sólo en los comentarios que ambas hacen, amén de que entre lo que cita la norteamericana a veces sólo se trata de fragmentos o textos incompletos. 

Hayden Herrera
        Pero además ahora se cuenta con otros volúmenes que enriquecen, incluso iconográficamente, la lectura comparativa y complementaria, tales como Nunca te olvidaré... De Frida Kahlo para Nickolas Muray. Fotografías y cartas inéditas (RM, 2004), Querido doctorcito. Frida Kahlo y Leo Eloesser. Correspondencia (El Equilibrista, 2007), El ropero de Frida (Museo Dolores Olmedo, 2007) y Frida Kahlo. El círculo de los afectos (Cangrejo Editores, 2007), donde Luis-Martín Lozano objeta repetidos errores (incluso por Hayden Herrera) relativos al origen familiar y al entorno religioso del fotógrafo Guillermo Kahlo (1871-1941), el padre de Frida, además de brindar ciertas anécdotas, fotos, cartas y ciertos rasgos no sólo sobre las medias hermanas de la pintora (María Luisa y Margarita Kahlo Cardeña) y de incluir la transcripción de dos textos un tanto legendarios, implícitos en la biografía de Hayden Herrera: “Manuel, el Chofer de Diego Rivera, Encontró Muerta Ayer a Frida Kahlo, en su Gran Cama que Tiene Dosel de Espejo”, que Bambi (Ana Cecilia Treviño) publicó, el miércoles 14 de julio de 1954, en el Excélsior; y los “Fragmentos para una vida de Frida Kahlo” que Raquel Tibol dio a conocer el 7 de marzo de 1954 en México en la Cultura, suplemento del extinto periódico Novedades. 

(La vaca independiente, México, septiembre de 1995)
        Y desde luego se cuenta con la edición facsimilar, anotada y comentada por Sarah M. Lowe, del Diario de Frida Kahlo. Autorretrato íntimo (La vaca independiente, 1995), pues Hayden Herrera lo cita y describe sus páginas varias veces (no sólo para esbozar el declive de la pintora y la última etapa de su vida), resguardado por el Fideicomiso creado en 1955 por Diego Rivera (1886-1957), visible desde julio de 1958 en el Museo Frida Kahlo (la Casa Azul de Coyoacán), y sólo objeto de consulta por pocos investigadores aprobados por el Comité Técnico que presidía Dolores Olmedo [1908-2002]; no obstante, hay que tomar en cuenta el reparo de Raquel Tibol dicho en una entrevista que le hizo Elena Poniatowska (La Jornada, julio 18 de 2004): “el llamado Diario de Frida, que no es un diario, son escritos poéticos, los más surrealistas que ha hecho Frida, y siempre echaré dos lagrimitas por la cantidad de alteraciones que sufrió: se le arrancaron páginas, se le agregaron otras imitando a Frida; un verdadero crimen cultural”.

La susodicha crítica a la biografía de Hayden Herrera, Raquel Tibol la concluye señalando que “La traducción del inglés es bastante irregular, pareciera hecha por una persona no muy familiarizada con las cosas mexicanas. Extraño resulta que se haya tomado el trabajo de traducir, y en consecuencia alterar, textos muy conocidos y muy accesibles en español.” De nuevo tiene razón. Lo cual exacerba la lectura interactiva, pues además de que, por ejemplo, donde se lee “balada” debe leerse “corrido” (o donde se lee “blusa” debe leerse “huipil”), el libro editado por Diana está plagado de erratas y las ilustraciones son pésimas, tanto en blanco y negro, como en color. Y esto no es cualquier cosa, dado que Hayden Herrera suele hacer citas, lecturas y análisis de un conjunto de obras de la pintora (que a veces no están allí, incluidos ciertos retratos fotográficos y obras de otros artistas que refiere), por lo que el lector tiene que valerse de varios volúmenes iconográficos y optar por los títulos, fechas y datos que le resulten más fehacientes.
Salvador Novo (c. 1930)
Foto: Manuel Álvarez Bravo
 
Xavier Villaurrutia (c. 1930)
Foto: Manuel Álvarez Bravo
     
Antonieta Rivas Mercado en 1929
Foto: Tina Modotti
        Cabe subrayar que las críticas y objeciones que Raquel Tibol le hizo a la biografía escrita por Hayden Herrera no agotan los mil y un yerros y anacronismos que se van encontrando a lo largo de sus 25 capítulos. Por ejemplo, en la página 35 la biógrafa dice que “Frida tenía amigos en varias pandillas de la preparatoria. Entre los ‘contemporáneos’, un grupo literario, conocía al poeta Salvador Novo y al ensayista, poeta y novelista Xavier Villaurrutia [...] Los anales de la literatura mexicana recuerdan a los ‘contemporáneos’ como elitistas, puristas y de vanguardia, con muchas miras a lo europeo (les encantaban Gide, Cocteau, Pound y Eliot).” Pero si Frida estudió en San Ildefonso entre enero de 1922 y el 17 de septiembre de 1925 (día del fatal accidente) y fue miembro de la pandilla los Cachuchas, Salvador Novo (1904-1974) y Xavier Villaurrutia (1903-1950) —quien no era ni fue novelista— ya no eran alumnos de San Ildefonso (en 1920 ambos ingresaron a Leyes y luego la abandonaron), aún no publicaban los 6 números de la revista Ulises (1927-1928), financiada por la filántropa Antonieta Rivas Mercado (1900-1931), ni mucho menos habían aparecido los 41 números de la revista Contemporáneos (1928-1931), la cual bautizó a tal consabido archipiélago de soledades. En 1924, Diego pintó el rostro de Novo en Día de muertos, panel del Patio de las fiestas, en la planta baja de la SEP (Secretaría de Educación Pública); en 1928 lo pintaría con orejas de burro, caído y pateado por el trasero en El que quiera comer que trabaje, donde la triste ricachona Antonieta Rivas Mercado recibe una escoba, panel del Corrido de la Revolución Proletaria, en el segundo piso de la SEP. Y en 1925, Novo —quien por la tutela del dominicano Pedro Henríquez Ureña (1884-1946) ya había publicado cuatro antologías y desde 1921 impartía cursos en la Escuela de Verano y en San Ildefonso (quizá allí a Frida le dio clases de literatura mexicana)— dio a la imprenta: Ensayos (teatro, ensayo, poesía, traducción) y su primer poemario: XX poemas, y Villaurrutia lo haría al siguiente año: Reflejos. Y según consigna Guillermo Sheridan en la página 79 de Contemporáneos ayer (FCE, 1985), Novo y Villaurrutia fueron esporádicos colaboradores de Policromías, Órgano de la Sociedad de Alumnos de la Escuela Nacional Preparatoria, Seminario Humorístico de Estudiantes, que antes de morir de inanición, logró 20 números entre mayo de 1919 y agosto de 1921, “cuyo director era Ramón Rueda Magro, pero el verdadero responsable fue Antonio Helú”.

Día de Muertos (1924)
Panel del Patio de las fiestas, en la planta baja de la SEP
Diego Rivera se autorretrató seguido por Guadalupe Marín,
mientras que el rostro de Salvador Novo se aprecia a la mitad de lado izquierdo
     
El que quiera comer que trabaje (1928)
Panel del Corrido de la Revolución Proletaria,
en el segundo piso de la SEP.
Antonieta Rivas Mercado recibe una escoba
y Salvador Novo, caído y con orejas de burro,
es pateado en el trasero
     
En el arsenal (1928)
Panel del Corrido de la Revolución Proletaria,
en el segundo piso de la SEP.
En el centro, Frida repararte armas. Del lado izquierdo, Siqueiros observa con una estrella roja
en el sombrero. Y del lado derecho, Tina Modotti le entrega una carruchera al líder cubano
Julio Antonio Mella.
       


        En la página 88, Hayden Herrera dice que Diego, “En 1928, representó a Frida como militante comunista en el lienzo intitulado Insurrección, que formaba parte de la serie de murales Balada de la Revolución Proletaria, pintada en el tercer piso del edificio de la Secretaría de Educación.” En realidad se trata del panel: En el arsenal (algunos lo llaman El reparto de armas), que es parte del conjunto pintado al fresco: Corrido de la Revolución Proletaria, el cual se halla (ya lo dijimos) en el segundo piso y no en el tercero.
Entre las páginas 77 y 78, Hayden se equivoca al decir que “Rivera nació en 1887 en Guanajuato [fue en 1886], hijo de un maestro (masón y librepensador) y su esposa, una piadosa mujer dueña de una tienda de dulces. Desde niño se consideró como prodigio a Diego María de la Concepción Juan Nepomuceno Estanislao de la Rivera y Barrientos Acosta y Rodríguez. A los diez años pidió que lo mandaran a una escuela de arte. Mientras continuaba su educación primaria de día, tomaba clases nocturnas en la escuela de arte más prestigiosa de México, la Academia de San Carlos. Ganó premios y becas, pero en 1902 las técnicas académicas le parecían demasiado limitadas y abandonó la escuela para seguir trabajando por su cuenta.
“En esa época sólo existía un sitio adecuado para un estudiante de arte con ambiciones, y Rivera zarpó para Europa en 1907, armado de una pensión concedida por el gobernador de Veracruz. Después de pasar un año en España, se estableció en París, donde se quedó, con excepción de varios viajes, hasta su regreso a México en 1921. En Europa dejó a una amorosa compañera rusa, Angelina Beloff, a una hija ilegítima que tuvo con otra mujer rusa y a muchos amigos, sobre todo entre los círculos bohemios: Picasso y Gertrude Stein, por ejemplo, Guillaume Apollinaire, Elie Faure, Ilya Ehrenburg y Diaghilev.”
(Lumen, 1ª edición, México, marzo de 2007)

    Como una elemental pesquisa bibliográfica lo puede revelar, el decurso de las cosas no fue precisamente así como las resume Hayden Herrera. Visos sobre tales legendarios e iniciales capítulos de la trayectoria del muralista se pueden leer en Diego Rivera, luces y sombras (Lumen, 2007), de Raquel Tibol, donde se tiene noticia de que en 1902 no dejó la Academia, y que durante el periodo en Europa, debido a los compromisos adquiridos por la beca que recibía del gobernador veracruzano Teodoro A. Dehesa (“hombre muy cercano a Porfirio, pero con iniciativas más democráticas”), medió un breve regreso a México para exponer en la Escuela de Bellas Artes dentro de los porfirianos festejos del Centenario de la Independencia, cuya inauguración, apunta Tibol, ocurrió “el domingo 20 de noviembre de 1910”.
Diego y Frida en el comedor de la Casa Azul de Coyoacán

Hayden Herrera, Frida: una biografía de Frida Kahlo. Traducción del inglés al español de Angelika Scherp. Iconografía a color y en blanco y negro. Editorial Diana, 9ª impresión. México, 1991. 440 pp.






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